Crítica de Pequeños invasores

Hace mucho, mucho tiempo en una serie algo lejana de nombre “Surface”, veíamos a un joven Miles y a su adorable mascota reptiliana, Nimrod, Nim para los amigos.
Pero el destino, alias “la audiencia americana” quiso hundirles en la laguna del olvido y la estupenda serie fue clausurada.
Sin embargo, Miles fue mas listo, cambió de nombre, se busco una nueva familia y llamó a los primos reptilianos lejanos de Nim y así surgió “Pequeños invasores”.
Hombre, a estas alturas, creo que todos sabéis que el bonito cuento que os he encasquetado es una bola, mas grande que el castillo de Disney.
Pero es que me hace ilusión volver a ver a Carter Jenkins rodeado de bichitos, para que luego digan que el cine no encasilla.
Sorprendentemente, “Pequeños invasores” la había precatalogado como típica película veraniega infantil, que ayuda a que los padres se liberen durante hora y media de sus cansinos hijos.
Y hombre, en efecto es así, pero sus continuos puntos de humor, su moraleja y la sencillez con la que argumenta el escueto guión, (por que digan lo que digan, es como “Critters” en versión edulcorada), hacen una película entretenida y muy llevadera.
Recomendada a todos aquellos que echan un poco de menos a Nim, y que como yo ansían saber que puñetas pasa al final.

Rizos

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