Crítica de Ángeles y Demonios

Robert Langdon regresa a la carga con una nueva aventura, de nuevo dirigida por el “niño bonito de Hollywood”, Ron Howard.
Esta vez, no se sabe si por ayuda divina o por ciencia infusa, la película ha sido perfecta; cierto es que “Ángeles y demonios” era difícil que fallara, tan sólo la trama tiene un alto contenido en acción (toda la historia se desarrolla en cuatro horas), lo que facilita muchísimo su conversión a la gran pantalla.
Aparte de eso, Tom Hanks se limita a ser el mismo con los gestos que tanto le caracterizan y deja atrás la pésima imitación a John Malkovich, con la que tanto torturo en “El código Da Vinci”.
Si continuo sumando puntos, hay que tener en cuenta que esta vez, Ron Howard se ha rodeado de lo mejorcito que hay ahora mismo en cartel.
¡Ojo!, con esto no quiero decir Ian McKellen (más conocido como Gandalf), no estuviera brillante en “El código Da Vinci”, sino que está vez hay mas juego de personajes interpretados por los grandes como Stellan Skarsgârd (“Piratas del Caribe: El cofre del hombre muerto”), Ewan McGregor (“La amenaza fantasma”) o Armin Mueller-Stahl (“Promesas del Este”).
La única pega que le veo a la película es el escaso y poco creíble tiempo del que dispone Robert a la hora de encontrar las pistas, puede que sólo dispusiera de cuatro horas, pero hombre, ¿Qué hacia entre hora y hora?, ¿Tomarse un café?.
Por último, pedir disculpas a las personas que compartían la sala conmigo porque cada vez que salía Ewan McGregor, no podía evitar decir: ¡Enséñame la espada laser!.

Rizos